jueves, 24 de febrero de 2011

SIGNOS DE LOS TIEMPOS




Hace tiempo ya que Benedicto XVI insiste en que el mayor peligro para la Iglesia no viene de fuera, sino que está dentro de ella misma, en su pecado e infidelidad. Es el momento de reaccionar para que nuestra Iglesia se convierta, pero para ello hemos de empezar por nosotros mismos.

Jesús en el Evangelio insiste en que estemos despiertos y vigilantes, o sea, muy atentos a los signos de los tiempos. Esto es imprescindible para mantenernos fieles a Jesús.

El Vaticano II también nos dice: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de esta época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura...".

¿Y qué signos vemos hoy?:

"Crece de día en día el fenómeno de masas que, prácticamente, se desentienden de la religión".

Unos se van sin hacer ruido. Siempre han estado mudos en la Iglesia. Nadie les ha preguntado nada importante. Nunca han pensado que podían tener algo que decir. Ahora se marchan calladamente. ¿Qué nos indica esta marcha? ¿Se han sentido alguna vez acogidos, escuchados y acompañados por nosotros?

Otros son cristianos sencillos, acostumbrados a cumplir por costumbre sus deberes religiosos. Esta religión no les vale, se ha desmoronado. No les da la fuerza que necesitan para enfrentarse a estos tiempos. ¿Qué alimento han recibido de nosotros?

Otros se van decepcionados. Cansados de escuchar palabras que no tocan su corazón, ni responden a sus interrogantes. Siguen buscando a tientas. ¿Quién les hará creíble la Buena Noticia de Jesús?

A otros quizá los estemos echando: divorciados y vueltos a casar, parejas de hecho, homosexuales… Tiene que haber un lugar para ellos en torno a nuestros altares.

Nos preguntamos

¿Cómo estamos leyendo estos graves signos? Siempre decimos que todo depende del color del cristal con qué se mira. Pero en cualquier color el fondo está ahí. ¿Somos conscientes de lo que está sucediendo? ¿Es suficiente atribuirlo al materialismo, la secularización o el rechazo social a Dios?

Quizá hemos de escuchar en el interior de la Iglesia y en nuestro interior una llamada a la conversión. Que Dios nos ayude.

Huellas

2 comentarios:

  1. La reflexión de Huellas me llega a mi y me hace preguntarme: ¿qué hago yo para que los que están en mi entorno no les diga nada la Iglesia? Más açun ¿que hago yo para que todo lo que huele a curas sea rachazado? ¿me siento yo Iglesia? ¿He sabido leer el Evangelio -buena noticia- a la luz de ste momento histórico? ¿por que ese abandono generalizado de las prácticas rligiosas? ¿no serán en mi mucho "cumplo y miento"? No puede escabullir mi responsabilidad. Si estoy enamorafo de Cristo, tiene que mostrarse.

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  2. nO PODEMOS OLVIDAR QUE LA IGLESIA ES UN MEDIO, QUE UNA Y OTRA VEZ PRETENDE CONVERTIRSE EN FIN. DE AHI MUCHOS ERRORES. EL FIN ES DIOS, EL REINO. LA IGLESIA UN INSTRUMENTO QUE TIENE QUE APRENDER A QUITARSE DEL MEDIO Y DEJAR PASAR LA LUZ.

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