domingo, 27 de febrero de 2011

SOLO DIOS BASTA

estamos para servir
El evangelio de este domingo, Mt. 6, 24-34, nos invita a la confianza en Dios si queremos ser felices de verdad y para siempre. Pero, no es fácil decir que sí en la vida diaria porque, confiamos, pero…digamos que no lo suficiente.

“Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos amos: porque odiará a uno y amará a otro, o será fiel a uno y al otro no le hará caso. No podéis servir a Dios y al dinero.”

Cuando ponemos en el mismo nivel a Dios y al dinero, surge el mal. Si me afano por tener cada día más, si vivo sólo para acumular bienes, estoy prescindiendo de Dios. ¿Por qué? ¿Es que los ricos están enfrentados a Dios? Sí, si la razón fundamental de mi vida es el tener. Porque, en ese caso, no repararé en la justicia. Vivir para poseer, aunque consiga los bienes legalmente, es apartarme de Dios. Por una razón bien elemental: los bienes son para todos y nadie puede vivir derrochando y acumulando si otros no tienen lo más necesario. Ocurre además que los que viven sólo para ganar dinero, suelen atropellar los derechos de otros. Y eso también es injusto humanamente.

Dios sabe que necesitamos los bienes materiales, dice también el evangelio, pero nos invita a que no nos preocupemos tanto por eso, Y añade: “Buscad ante todo el Reino de Dios y lo que es propio de él y Dios os dará lo demás”.

Cómo me gustan estas palabras de Jesús. Lo que es propio de Dios es la misericordia, es el cariño, es la acogida, es la acaricia, es el compartir. Esas son las virtudes de los padres. Qué bien se entienden. Pero ¡cuánto me cuesta ponerlas en práctica! Por ejemplo, ¿cómo me acerco a esa familia que está en el paro? No bastan las palabras. Pero son necesarias.

Me quedo con las hermosas palabras de Santa Teresa que hacemos nuestras:

Nada te turbe,

Nada te espante,

Todo se pasa.

Dios no se muda,

La paciencia todo lo alcanza.

Quien a Dios tiene nada le falta,

Sólo Dios basta



Esto es Evangelio puro. Si te animas a ponerlo en práctica te garantizamos la felicidad. Pero, no  te angusties ni seas impaciente. El camino se necesita andarlo. Y ya has comenzado a hacerlo.

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